El jardín de la Sra Rude
El jardín de la Sra Rude, siempre estaba esplendoroso, durante todo el año. Las flores eran altas y enormes, con pétalos del tamaño de una mano. Con colores hermosos y brillantes. Parecían pintadas con acuarelas, sacadas del arcoíris. En invierno, era la única casa en toda la ciudad, que el jardín estaba florecido y colorido, como si fuera primavera.
Todas las señoras estaban celosas de su jardín. Era una Sra pequeñita, muy flaquita. A veces hasta podía jugar, subiéndose a las flores. Quien de lejos la observaba, podría pensar que era un duende, o un hada entre las flores.
Vivía junto a la casa de la Sra Patricia, que también tenía un jardín, pero sus plantas no crecían bellas como las suyas.
Patricia vivía sola, ya que sus hijos estaban lejos. Tenía dos nietecitas, Martina y Magali, pero solo podía ver a una, a Martina, ya que la otra vivía lejos y por diferentes situaciones, pasaba mucho tiempo sin verla. Su corazón, le dolía mucho, porque amaba a sus dos nietitas por igual, y el no poder verla, le dolía demasiado.
Charlaba mucho con la Sra Rude, y le contaba de sus nietitas. A veces traía a Martina para que la saludara y viera la belleza de aquel jardín.
_ ¿Cómo hace Rude, para que sus flores estén tan grandes y hermosas? Preguntaba Patricia, interesada en el cuidado del jardín. ¿Le pone algún alimento especial en las macetas?
_ Ahhh vecina querida, les doy mucho amor. Y además, reciben amor, de cada quien las ve, aprecia o saluda.
Todas las señoras estaban celosas de su jardín. Era una Sra pequeñita, muy flaquita. A veces hasta podía jugar, subiéndose a las flores. Quien de lejos la observaba, podría pensar que era un duende, o un hada entre las flores.
Vivía junto a la casa de la Sra Patricia, que también tenía un jardín, pero sus plantas no crecían bellas como las suyas.
Patricia vivía sola, ya que sus hijos estaban lejos. Tenía dos nietecitas, Martina y Magali, pero solo podía ver a una, a Martina, ya que la otra vivía lejos y por diferentes situaciones, pasaba mucho tiempo sin verla. Su corazón, le dolía mucho, porque amaba a sus dos nietitas por igual, y el no poder verla, le dolía demasiado.
Charlaba mucho con la Sra Rude, y le contaba de sus nietitas. A veces traía a Martina para que la saludara y viera la belleza de aquel jardín.
_ ¿Cómo hace Rude, para que sus flores estén tan grandes y hermosas? Preguntaba Patricia, interesada en el cuidado del jardín. ¿Le pone algún alimento especial en las macetas?
_ Ahhh vecina querida, les doy mucho amor. Y además, reciben amor, de cada quien las ve, aprecia o saluda.
La Sra. Rude, era un ser especial. Era muy amable y cariñosa con todos. Sobre todo, con los niños del barrio. Todos pasaban y se detenían a observarla en su jardín. Ella levantaba su bracito flaco y agitaba su mano, saludándoles.
_Buenos días, preciosos. ¿Cómo están?
_Buenos días, Sra. Rude, Le respondían algunos. Otros, seguían camino, como si nada hubieran oído.
Patricia notó que unos niños pasaron por la vereda y la Sra. Rude los saludó amorosamente.
Los niños la miraron con gesto de burla, rieron y gritaron.. ehhh vieja locaaaa!
Y corrieron, sin contestarle el saludo. Rude, entristeció y bajó la mirada, luego miró alrededor, como buscando algo.
Detuvo la mirada, sobre un grupo de flores blancas. Luego caminó hacia ellas, pidiendo a Patricia y Martina, que se acercaran.
_ Miren, dijo la Sra. Rude. Miren como han bajado sus cabecitas. Miren como han quedado sus pétalos marchitos.
Era verdad, hacía unos momentos atrás, estaban esplendorosas.
_ ¿Qué les ha pasado? Dijo Patricia.
_ Abu, que les pasó a las florcitas, por qué se pusieron así... Están tristes… ¿lloran las flores Abu?
_No mi amor, no lloran las flores, dijo Patricia abrazando a Martina que se había puesto triste también, al ver las flores así.
_ Si lloran, dijo la Sra. Rude. Lloran por dentro. Se entristecen cuando sienten que un niño en lugar de dar amor, se burla o es egoísta.
¿Vieron esos nenes que pasaron y yo saludé? ¿Vieron su actitud?
Mis flores, son especiales. Cada vez que alguien no me responde el Buenos días! Buenas tardes! O el simpe Holaaa… una de ellas se marchita. Si alguien me habla con burla o es malo, pueden morir de tristeza.
Como sucede contigo, Patricia. Tú sufres al no ver a tu nietita. Tu corazón no entiende que situación pueda existir, para que no puedas verla. A todas las personas y seres de este mundo les, sucede igual, Cuando alguien les levanta la voz, o les dice algo feo, su corazón sufre, llora. Algo parecido sucede con las flores de mi jardín. Ellas sufren ante un gesto violento y se marchitan.
Patricia, abrazaba fuerte a Martina, y pensaba cuánto deseaba abrazar así, a Magaly.
Soñaba el día en que aquello sucediera .
Martina, tomó fuerte a su abuelita de la mano y dijo:
_ Abu yo te amo hasta el infinito, ida y vuelta.
El momento fue tan tierno y amoroso, que las flores blancas que estaban marchitas, levantaron sus corolas y se pintaron de azul, como el cielo de ese día.
Ahí la Sra. Rude, demostró, el poder del amor, de la comprensión y la empatía.
_Lo mismo sucede con mi corazón dijo Rude, cuando saludo a un pequeño y éste, me responde con una sonrisa y con respeto ¡Buenos días! Mi corazón loco, salta dentro de mi pecho y me hace cosquillas en la panza. Y con el corazón de cualquiera, sucede igual. Una sonrisa, un saludo, un gesto amable, puede alegrar a otro, puede cambiarle su día, puede hacer que la tristeza se vaya y en su lugar llegue la alegría.
Martina seguía recorriendo el jardín observando las flores y las abejitas que sobrevolaban.
_ ¡Buenos días abejita! ¡Buenos días mariquita! Así iba de flor en flor, saludando a todos.
Patricia y Rude, charlaban de flores y hortalizas.
_ ¿Tomamos un té? Dijo Rude. Las invito, con uno de mis manjares. Té de azahares.
Charlando entraron a la cocina de la Sra Rude, donde también había muchas plantas por todos lados.
La tarde fue pasando entre risas, luego Patricia y Martina, volvieron a su casa.
Al día siguiente, la pequeña quería plantar semillitas, para tener las mismas flores, que la Sra. Rude.
Patricia, no tenía flores para sembrar, pero sí, algunas semillas de huerta, por lo que acompañó a la pequeña.
Por la vereda pasaba una señora, vecina de la cuadra. La primera en saludar, fue la pequeña Martina.
_Buenos días señora. ¿Tiene jardín?
Patricia quedó asombrada, porque la señora no solo saludó, sino entabló una charla con Martina al instante.
Pasados unos meses, la plantita de Martina estaba hermosa. Cada vez que visitaba a su abuela, corría a saludar a su planta y a darle mucho amor. Luego pedía para ir a saludar a la Sra. Rude.
Un día, cuando estaban observando la plantita de Martina, que tenía flores, listas para abrir, y luego dar frutos, oyeron desde la vereda:
_Holaaaaaa…. Holaaaaa Abuuuuu, Martiiiiii
Ambas se dieron vuelta muy rápido. Era Magaly, que llegaba con sus papás a visitarlas.
Qué momento tan hermoso. Cuánto amor, las rodeaba. Muchos besos sonaban en las mejillitas de Magaly.
Patricia casi no podía sostenerse parada, porque había levantado a las dos nietitas, mientras la apretaba contra su pecho.
Al entrar Martina, gritó:
_Abuuuuuuuu, miraaaaa…. Mira cuántas flores abrieron en la plantita y hay un frutoooo.
Magaly corrió junto a Martina y saludó a la plantita.
_Hola Sra. planta. Hola Sra. flor.
Patricia observó a la pequeña y extrañada preguntó.
_Amor de la abuela, quien te ha enseñado a dar tanto amor a las plantitas.
_Mi vecina dijo, la niña. Una señora que tiene un jardín grande y hermoso, donde las flores son gigantes.
_ La Sra Rude, dijo Martina.
_ No, mi vecina, la Sra Fiuva. Ella siempre me hablaba de mi abuela Patricia y de mi primita Martina. Dijo que pronto podría visitarlas y les llevaría mucha alegría al corazón.
Las nenas jugaron toda la tarde, bajo la mirada de su abuela Patricia, que estaba como soñando. Hacía mucho que deseaba ver a su nietita y tenerlas juntas y sentir el amor que tenían para dar, era mucho más, de lo podía pedir.
Esa tarde no solo floreció y dio frutos la plantita de Martina, porque se cargó con todo el amor de ese encuentro. Se colmó de flores, el corazón de una abuela y dio frutos el amor, uniendo aún más, a la familia.
A veces, las circunstancias nos llevan a estar lejos, y a veces, aparecen ángeles que ayudan a que las cosas se acomoden y sucedan...
A veces, un buenos días o una sonrisa, puede hacer que un corazón triste, sonría al menos un instante.
Los abuelos, la familia, los amigos, son tesoros muy valiosos, a los que debemos siempre, colmarles el corazón de flores.
_Buenos días, preciosos. ¿Cómo están?
_Buenos días, Sra. Rude, Le respondían algunos. Otros, seguían camino, como si nada hubieran oído.
Patricia notó que unos niños pasaron por la vereda y la Sra. Rude los saludó amorosamente.
Los niños la miraron con gesto de burla, rieron y gritaron.. ehhh vieja locaaaa!
Y corrieron, sin contestarle el saludo. Rude, entristeció y bajó la mirada, luego miró alrededor, como buscando algo.
Detuvo la mirada, sobre un grupo de flores blancas. Luego caminó hacia ellas, pidiendo a Patricia y Martina, que se acercaran.
_ Miren, dijo la Sra. Rude. Miren como han bajado sus cabecitas. Miren como han quedado sus pétalos marchitos.
Era verdad, hacía unos momentos atrás, estaban esplendorosas.
_ ¿Qué les ha pasado? Dijo Patricia.
_ Abu, que les pasó a las florcitas, por qué se pusieron así... Están tristes… ¿lloran las flores Abu?
_No mi amor, no lloran las flores, dijo Patricia abrazando a Martina que se había puesto triste también, al ver las flores así.
_ Si lloran, dijo la Sra. Rude. Lloran por dentro. Se entristecen cuando sienten que un niño en lugar de dar amor, se burla o es egoísta.
¿Vieron esos nenes que pasaron y yo saludé? ¿Vieron su actitud?
Mis flores, son especiales. Cada vez que alguien no me responde el Buenos días! Buenas tardes! O el simpe Holaaa… una de ellas se marchita. Si alguien me habla con burla o es malo, pueden morir de tristeza.
Como sucede contigo, Patricia. Tú sufres al no ver a tu nietita. Tu corazón no entiende que situación pueda existir, para que no puedas verla. A todas las personas y seres de este mundo les, sucede igual, Cuando alguien les levanta la voz, o les dice algo feo, su corazón sufre, llora. Algo parecido sucede con las flores de mi jardín. Ellas sufren ante un gesto violento y se marchitan.
Patricia, abrazaba fuerte a Martina, y pensaba cuánto deseaba abrazar así, a Magaly.
Soñaba el día en que aquello sucediera .
Martina, tomó fuerte a su abuelita de la mano y dijo:
_ Abu yo te amo hasta el infinito, ida y vuelta.
El momento fue tan tierno y amoroso, que las flores blancas que estaban marchitas, levantaron sus corolas y se pintaron de azul, como el cielo de ese día.
Ahí la Sra. Rude, demostró, el poder del amor, de la comprensión y la empatía.
_Lo mismo sucede con mi corazón dijo Rude, cuando saludo a un pequeño y éste, me responde con una sonrisa y con respeto ¡Buenos días! Mi corazón loco, salta dentro de mi pecho y me hace cosquillas en la panza. Y con el corazón de cualquiera, sucede igual. Una sonrisa, un saludo, un gesto amable, puede alegrar a otro, puede cambiarle su día, puede hacer que la tristeza se vaya y en su lugar llegue la alegría.
Martina seguía recorriendo el jardín observando las flores y las abejitas que sobrevolaban.
_ ¡Buenos días abejita! ¡Buenos días mariquita! Así iba de flor en flor, saludando a todos.
Patricia y Rude, charlaban de flores y hortalizas.
_ ¿Tomamos un té? Dijo Rude. Las invito, con uno de mis manjares. Té de azahares.
Charlando entraron a la cocina de la Sra Rude, donde también había muchas plantas por todos lados.
La tarde fue pasando entre risas, luego Patricia y Martina, volvieron a su casa.
Al día siguiente, la pequeña quería plantar semillitas, para tener las mismas flores, que la Sra. Rude.
Patricia, no tenía flores para sembrar, pero sí, algunas semillas de huerta, por lo que acompañó a la pequeña.
Por la vereda pasaba una señora, vecina de la cuadra. La primera en saludar, fue la pequeña Martina.
_Buenos días señora. ¿Tiene jardín?
Patricia quedó asombrada, porque la señora no solo saludó, sino entabló una charla con Martina al instante.
Pasados unos meses, la plantita de Martina estaba hermosa. Cada vez que visitaba a su abuela, corría a saludar a su planta y a darle mucho amor. Luego pedía para ir a saludar a la Sra. Rude.
Un día, cuando estaban observando la plantita de Martina, que tenía flores, listas para abrir, y luego dar frutos, oyeron desde la vereda:
_Holaaaaaa…. Holaaaaa Abuuuuu, Martiiiiii
Ambas se dieron vuelta muy rápido. Era Magaly, que llegaba con sus papás a visitarlas.
Qué momento tan hermoso. Cuánto amor, las rodeaba. Muchos besos sonaban en las mejillitas de Magaly.
Patricia casi no podía sostenerse parada, porque había levantado a las dos nietitas, mientras la apretaba contra su pecho.
Al entrar Martina, gritó:
_Abuuuuuuuu, miraaaaa…. Mira cuántas flores abrieron en la plantita y hay un frutoooo.
Magaly corrió junto a Martina y saludó a la plantita.
_Hola Sra. planta. Hola Sra. flor.
Patricia observó a la pequeña y extrañada preguntó.
_Amor de la abuela, quien te ha enseñado a dar tanto amor a las plantitas.
_Mi vecina dijo, la niña. Una señora que tiene un jardín grande y hermoso, donde las flores son gigantes.
_ La Sra Rude, dijo Martina.
_ No, mi vecina, la Sra Fiuva. Ella siempre me hablaba de mi abuela Patricia y de mi primita Martina. Dijo que pronto podría visitarlas y les llevaría mucha alegría al corazón.
Las nenas jugaron toda la tarde, bajo la mirada de su abuela Patricia, que estaba como soñando. Hacía mucho que deseaba ver a su nietita y tenerlas juntas y sentir el amor que tenían para dar, era mucho más, de lo podía pedir.
Esa tarde no solo floreció y dio frutos la plantita de Martina, porque se cargó con todo el amor de ese encuentro. Se colmó de flores, el corazón de una abuela y dio frutos el amor, uniendo aún más, a la familia.
A veces, las circunstancias nos llevan a estar lejos, y a veces, aparecen ángeles que ayudan a que las cosas se acomoden y sucedan...
A veces, un buenos días o una sonrisa, puede hacer que un corazón triste, sonría al menos un instante.
Los abuelos, la familia, los amigos, son tesoros muy valiosos, a los que debemos siempre, colmarles el corazón de flores.
Mónica Beneroso Salvano
Yeruti"
Ilustración: Mónica Beneroso Salvano
Derechos reservados
Uruguay
Yeruti"
Ilustración: Mónica Beneroso Salvano
Derechos reservados
Uruguay
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