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lunes, 4 de junio de 2018

El abecedario




En una escuelita, en un lugar muy lejano y antiguo, las letras empezaban sus clases. 
Lo primero que la maestra les explicó, fue que allí eran todas iguales… nadie valía más que nadie ni era más que nadie. Todas podrían hacer lo que quisieran, tuvieran el aspecto que tuvieran y estuvieran ubicadas donde fuera. La A por ser la primera en la lista, no era más que la z, que siempre permanecía última. Y para aquellas que se burlan de H, por ser muda, desde ya les digo que ella tiene tanto valor como cualquiera de ustedes. Es más, ella será muchas veces primera, porque de no ser así, ustedes harán las cosas muy mal.
Algunas rieron mirando a H, por encima del hombro.
Mientras las lecciones concurrieron en el salón, todas se sentaban en orden, escuchando y practicando lo que su maestra decía o mandaba.
Pasados uno días, la maestra decidió salir a hacer un juego al aire libre. Les indicó que todas tenían un rol fundamental, y que si lograban comprenderlo, el juego saldría perfecto.
La maestra dictaría palabras, las que deberían formar en 30 segundos.
Enseguida comenzaron los problemas, porque en vez de unirse todas, se separaban en grupos, y luego ningún grupo elegía a H a la primera, sino por el contrario la dejaban siempre para el final.
H, se dio cuenta de cómo la discriminaban y su carita se mojó con las lágrimas que corrían por sus mejillas.
La maestra, en principio solo observó y dictó una palabra.
Al oírla, todas salían corriendo y cuando terminaba el tiempo, solo había una mezcla de letras y no se leía nada.
Peleaban entre ellas culpándose unas a otras, porque no habían formado la palabra.
La maestra dictó la segunda palabra:
El juego consistía, más que en formar las palabras, en notar que todas no podían formarla. Que algunas tendrían que ocupar dos lugares y otras quedar afuera, porque en esa palabra no estaban.
Los problemas con H siguieron sucediendo, así que la maestra tuvo una idea.
Llamó a H y le dijo que ahora ella, dictaría las palabras. Le dio una hoja y un lápiz y H, escribió su palabra y la mostró a sus compañeras.
Ella escribió: Amigas
Las demás formaron sus equipos y corrieron a formar la palabra, pero esta vez tampoco lograron hacerlo.
Las letras que estaban en la palabra, A,M,I;G y S, peleaban mucho a las demás, por no dejarlas armarse. Y las otras, estaban muy enojadas porque no habían sido nombradas.
Mientras todas discutían, la maestra envió a H, al comedor escolar, a probar el helado que la cocinera estaba preparando para el almuerzo.
Chicas, dijo la maestra, y que tal si en vez de separarse en grupos, se unen y se ayudan como compañeras y amigas que son. Todas la miraron y a su vez entre ellas.
Antes de dictar la última palabra de hoy, les diré que si lo logran, tendrán un delicioso premio. Algo que a todas les gusta mucho…
La palabra es: HELADO
Esta vez, en vez de correr, las letras elegidas, comenzaron a adelantarse, y las que no, ayudaban a las demás a ubicarse, pero el tiempo se agotaba y les faltaba una letra. H no estaba.
El tiempo se agotó y la palabra quedó formada, pero mal escrita.
Al instante todas se dieron cuenta, que la maestra, antes tenía razón. Ella les había dicho que H, era tan importante y valiosa como todas.
Las letras comprendieron el daño que le habán hecho a su compañera y se asustaron mucho, porque no la veían. Pedían disculpas a la maestra y prometían no volver a discriminar a nadie, por ninguna razón.
En eso H, sale del comedor con un enorme barquillo, repleto de helado.
Todas corrieron a abrazar a H, y a decirle que perdonara como la habían tratado antes.
Esa tarde, aprendieron una lección que no olvidarían jamás.
Al otro día cuando el juego comenzaba, se abrazaron todas, e hicieron una ronda.
Desde ese día cada vez que la maestra dictaba una palabra, ninguna corría, ni gritaba, mucho menos peleaba.
En pocos segundos la palabra estaba formada, luego fueron oraciones y luego textos.
Fueron amigas inseparables para siempre, tanto que se hacían llamar, ABECEDARIO. Entendieron que no siempre se es primero, ni por serlo se es mejor, tampoco por ser último, se es peor.
Que hay quienes tienen dificultades como H y son tan valiosos como los demás.
El ser pobre o adinerado, gordo o flaco, alto o bajo, de una nacionalidad u otra, no te hace más, ni mejor que nadie.
La discriminación lastima, hiere, hace mucho daño.
¡No discrimines…respeta y valora a los demás!
Mónica Beneroso Salvano
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