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jueves, 4 de agosto de 2016

Dulce amistad




Dulce amistad

Dulce, era un hada con alitas de azúcar. Tenía siempre a su alrededor muchas mariposas, que no dejaban de darle besos en sus alitas, es que eran tan dulces mmmm… ¡No podían dejar de hacerlo! Mientras más amor le daban las mariposas, más dulces se volvían sus alitas.
Dulce tenía muchos amiguitos, pero Orejas” un conejito, había crecido con ella, era como su hermanito y le adoraba. Una tarde estaban jugando en el bosque y Dulce, se entretuvo oliendo las flores y jugando con una abejitas que en ellas había. Orejas también estaba con ella, pero, una hermosa conejita pasó por el lugar y la siguió. ¡Es que era tan linda! Orejas, se enamoró a primera vista, y se fue tras ella. La conejita parecía muy curiosa, y saltaba de aquí para allá y terminaron los dos perdidos. Llorando los dos, se encontraron detrás de un árbol y se pusieron a conversar. Ella se llamaba Pompita”. Le contó que había quedado solita, porque unos cazadores le habían matado a su mamá y ella escapó por poco. Orejas, le contó que él tenía una amiguita muy buena, el hada Dulce, que tenía las alitas de azúcar.
_¡Si supiera regresar! Decía Orejas muy triste. Te llevaría conmigo, seguro serías muy feliz con nosotros. Pero no sé cómo regresar y está por anochecer. Debemos estar juntos y protegernos. Dulce debe estar muy preocupada, no debí irme sin avisarle, que triste debe estar por mi irresponsabilidad.

Mientras tanto Dulce, estaba desesperada ya, buscando y llamando a Orejas, que por ningún lado aparecía. Tuvieron que regresar a la casa porque ya estaba anocheciendo. Estaba muy triste, lo extrañaba mucho. Lloró toda la noche, tanto, que sus alitas, comenzaron a derretirse.
Se quedó sin alas y sin magia. Las maripositas estaba desesperadas viendo a Dulce tan triste. Algo debían hacer. A la mañana siguiente bien temprano se fueron al bosque con Dulce.
Buscaron mucho, caminaron, subían a los árboles y nada, Orejas no aparecía.
Cansada Dulce, se recostó en la hierba a los pies de un árbol a descansar y se durmió exhausta.
Las maripositas dijeron, saldremos nosotras solas, ella no puede seguir más. Así que agitaron mucho sus alitas y subieron lo más alto que pudieron. Sobrevolaban el bosque y ya cuando estaban por darse por vencidas, vieron a Orejas con Pompita. Bajaron y él les contó que siguiendo a Pompita, se había perdido. Ella no tiene a nadie les decía, debemos ayudarla también. Así que las mariposas guiaron a los conejitos hasta donde se encontraba Dulce.
La pequeña aun dormía así que Orejas y Pompita comenzaron a darle besos. Las mariposas se dieron cuenta que sus alitas, se recuperaban. Comenzaban nuevamente a destellar aquellos hilitos de plata que parecía tener. Así que ellas también, le daban besos como siempre en sus alitas. Hasta que estuvieron sanas totalmente. Dulce despertó y al ver a sus amigos con ella y sus alitas restablecidas pensó que había soñado todo. Entendió que no, cuando vio a Pompita.
Sus amigos le contaron todo lo sucedido y no hicieron más que abrazarse entre todos y decirse cuánto se querían y cuánta falta le había hecho uno al otro.
Pompita ahora tenía muchos amigos, una familia. Nunca más estaría solita. Y Orejas, Dulce y las mariposas, aprendieron a valorar mucha más a la amistad, diciéndose siempre cuanto se amaban y acompañándose en todo, en las buenas y en las malas.

Mónica Beneroso
(Derechos reservados)
(Imagen de la web)


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