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martes, 16 de octubre de 2018

El reino de los dientes


El reino de los dientes

El diente de Samuel, estaba flojito, flojito, a punto de caer. Era un diente hermoso, bien blanco y perfecto. Samuel estaba ansioso, quería que su diente se cayera pronto, para que el ratón Pérez viniera a buscarlo y le dejara moneditas debajo de su almohada. Ni idea tenía lo que sucedía luego, ni adónde los llevaba el ratón.
Tanto lo movió Samuel con sus deditos, que el dientito no pudo sostenerse más, y cayó en la manito del niño.
Corrió a mostrar el dientito a su mamá, a su papá, a los abuelitos y hasta llamó por teléfono a su bisabuela para contarle. Estaba feliz, porque el ratón Pérez lo visitaría en la noche.
Cuando todos estaban dormidos en la casa, el ratón salió por un pequeño agujerito del piso y corrió hasta el dormitorio de Samuel. Sin hacer ruido, trepó por las sábanas, y se metió bajo la almohada.
Envolvió el diente con mucho cuidado, sacó unas monedas relucientes, del morralito que traía en su espalda, y guardó el diente. Luego bajó por donde había subido y desapareció corriendo de la habitación.
Mientras tanto… del otro lado del agujerito del piso, se abría un portal secreto, que llevaba al reino de los dientes y muelas. Allí vivían todos los dientes y muelas de todos los nenes del mundo.
Algunos llegaban sanos y fuertes, solo habían caído por que era su momento de caer, pero otros, llegaban al reino, muy enfermos. Con grandes manchas o pequeños agujeros en su cuerpito. Esto les producía mucho dolor, tanto que se les hacía imposible hacer lo que hacían los demás, jugar y disfrutar del hermoso reino.
Un día llegó al reino, un pequeño dientito muy herido. Se llamaba Carielito. Casi no podía caminar porque una de sus patitas estaba rota. Los demás ayudaban a Carielito para que pudiera salir a observar las maravillas del reino.
Aunque quietecito, disfrutaba con los demás. Charlaban, hacían chistes, se contaban cosas de sus vidas, antes de caer.
A los lejos en el parque, podía verse una muela enorme, que brillaba. Parecía ser de diamante por el brillo que despedía. Llevaba algo en sus brazos, algo que sobresalía por encima de su cuerpo.
Algunos comenzaron a reír y a hablar en voz baja. Miren, allá va la presumida de Muelinda, con su pluma de pavo real. Dicen que se cepilla todo el tiempo. Siempre cuenta la misma historia. Que la cepillaban detenidamente, cada vez que comían algo, que visitaba al odontólogo muy seguido, que bla bla…
Entre chiste y chiste, alguien se les acercó.
Era una hermosa muela, brillante y perfecta. Era Muelinda.
Carielito quedó impactado con su belleza. Con su brillo y perfección.
_Hola Carielito, yo soy Muelinda. ¿Cómo te sientes?
_Hola Muelinda. Me siento medio mareado. Me dieron una medicina para poder curarme y me dijeron que debía cepillarme mucho para sacarme estas manchas que me han salido.
_ Así es amiguito. Veo que tu humano no te trató nada bien. Seguro no te cepillaba como debía y por eso, te han salido caries.
Para que podamos estar sanos y fuertes, nuestros humanos deben cepillarnos luego de cada comida y visitar al odontólogo cada tanto. ¿Te llevaban al doc, Carielito?
_ Mmm no recuerdo, creo que no. Y me cepillaban muy pocas veces y muy rápido. Me picaba mucho el cuerpito y cuando empezaba a disfrutar el cepillado…ya lo daban por terminando, decía Carielito mientras se rascaba.
¬¬¬_Mira amiguito… aquí se ríen de mí. Todos creen que yo no les oigo, que no sé, pero si se. Sé que se burlan porque llevo esta pluma, pero es para protegerme del brillo del sol. Yo también estuve herida cuando llegué. Antes de caer, me cuidaban mucho. Me cepillaban, detenidamente. Me sentía mimada. Pero un día, el pequeño se cayó y yo me lastimé. Caí antes de tiempo y aquí en este reino, me ayudaron a sanar. Por eso ahora llevo mi pluma para guiarme, ella me ayuda con ese ojo que todo lo ve.
Ahora yo, ayudo a todos aquellos que llegan heridos.
Los demás que antes reían, ya no lo hacían. Escucharon la historia de Muelinda que no sabían. Antes la juzgaban sin saber.
_ ¿Dime Carielito, te gustaría ser mi ayudante cuando estés mejor?
_Claro Muelinda, me encantaría ayudar a los demás.
Todos los demás, se acercaron a Muelinda y Carielito y se ofrecieron también a ayudar.
Carielito aprendió a cepillarse bien y pudo curar todas las manchitas de su cuerpito. A su vez, enseñaba a los otros a cepillarse muy bien.
Cada día el reino brillaba más, porque todos estaban mejorando, poniéndose tan brillosos y perfectos como Muelinda.
Sería maravilloso decía Muelinda, que todos cayeran sanos y fuertes, para que al cruzar a este reino tan bello, pudieran jugar y disfrutar sin tener que esperar a sanar.
Recuerda cuidar tus dientitos y muelas, para que al caer, crucen al reino de los dientes sanos y felices.
Mónica Beneroso Salvano
Yeruti"
Uruguay
Derechos reservados
Ilustración: Monica Beneroso Salvano

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