Seguidores

martes, 30 de octubre de 2018

La bailarina

La bailarina

Los papás de Tamara, trabajaban todo el día, por lo que la pequeña, quedaba al cuidado de su niñera. Vivía en una casa enorme, rodeada de un parque tan grande que parecía un bosque. En realidad lo era, ya que en él vivían criaturas fantásticas y mágicas. Eso decía siempre Tamara.
Al borde de ese bosque corría un pequeño riachuelo, un hilo de agua que formaba cascadas entre los árboles y piedras.La pequeña llegaba del colegio y lo único que quería hacer, era ir a jugar al bosque con sus amiguitos.

No hay descripción de la foto disponible.

La niñera no veía peligro alguno, así que se lo permitía, acompañándola y vigilando de lejos.
Podía ver como la pequeña se metía en su casita hecha de palos y telas, y al ratito salía con algún vestido de mangas muy anchas. Al verla a lo lejos, parecía que tenía alas, las que agitaba dando giros y giros. Una paloma, un búho y mariposas y una zarigüeya, la acompañaban en sus vueltas. Más allá, entre los árboles, seguro habían hadas y duendes, que idearían, la forma de cumplirle el sueño a la niña.

No hay descripción de la foto disponible.


Tamara amaba bailar. Soñaba ser bailarina de ballet, pero sus padres siempre estaban tan ocupados, que nunca escucharon lo que su pequeña tenía para decir.
Le traían regalos de cada uno de sus viajes, juguetes, ropa, objetos que a Tamara le encantaban, pero nada lograba hacerle cosquillitas en el corazón, como sucedía cuando danzaba en el bosque, rodeada de sus amiguitos. 
Sus padres, llegaron a decirle que no valoraba todo lo que le daban. La niña, se sentía cada día más y más triste. Ella simplemente quería la compañía de sus padres y bailar. Pero no tenía ninguna de las dos.
Cómo podría decirle que era lo que ella quería, si ellos no tenían tiempo de escucharla. Siempre estaban muy ocupados con el trabajo o los viajes.
Un día Tamara, fue al bosque a jugar, pero no se puso aquellas alas ni giraba, sino que se sentó y los amiguitos la rodearon preguntando que le sucedía.
_ Estoy triste, dijo la pequeña. Yo amo a mis papás y me encanta que me traigan regalos, pero yo los extraño a ellos. Y además, yo quiero bailar, quiero ir a una academia de baile.
_ ¿Y nunca le has dicho a tus papás, que es, lo que quieres ser? Preguntó la paloma mientras picoteaba el suelo cerquita de los piecitos de Tamara.
Las mariposas revoloteaban la nariz de Tamara, como dándole besitos, y dijeron, vamos a bailar! Y revoloteaban sobre su cabeza, subían y bajaban...
Hasta los árboles comenzaron a mover sus ramas, como siguiendo el ritmo de una música, que solo escuchaban los corazones.
Tamara cambió la expresión de su rostro, volvió aquella sonrisa grande y hermosa que tenía, y se puso a bailar.
El sol estaba por esconderse, iba siendo hora de regresar a casa. Pero un rayo de luz blanca, apareció de entre los árboles. Era un hada, gigante, del tamaño de una persona, y hacía rato, la observaba escondida detrás de los árboles.
Tenía unas alas brillantes, que titilaban como las estrellas en el cielo nocturno.



No hay descripción de la foto disponible.

Tamara observó su rostro y le recordó al de su niñera. Pero su niñera no era un hada y además estaba cuidándola desde lejos, allá cerca de la casa.
La imagen puede contener: una o varias personas

_Pequeña, dijo el hada, me llamo Crystal. Me han contado unos pajaritos que amas bailar.
_Si, contestó la niña, mirando de reojito al búho y la paloma.
_Yo también amo bailar, y hace mucho tiempo lo hago en este bosque todas las tardes. ¿Quisieras bailar conmigo y mis alumnas?
_ ¿Podría? ¡Siii, me encantaría! ¡Pero no tengo ropa de baile!
_Eso lo podemos arreglar… cierra tus ojitos e imagina con todo el corazón, que estás vestida como una bailarina, y el corazón, sentirá que así es.


Pero, para que funcione todo, tienes que prometerme algo. Vas a decirle a tus papis, que lo que tú amas y quieres, es bailar. Si tú no se los dices, ellos no lo adivinarán. Siempre, debes decirles lo que sientes, aunque estén ocupados. ¡Háblales! 
Y hay otra cosa, quiero decirte: Si algún día, tienes miedo de algo o alguien, o alguien te hace daño, debes contárselo, a quien tú le tengas confianza. Pueden ser tus papás, abuelas, maestra o a quien sea, pero debes decirlo, para que puedan ayudarte. Nunca lo olvides.
La imagen puede contener: una o varias personas, texto y naturaleza
Así todas las tardes, además de jugar, ahora tenía clases de baile con el hada Crystal, experta en baile. Se sentía una bailarina de ballet, hasta con su traje completo.
No hay descripción de la foto disponible.



Tamara regresó feliz esa tarde. Quería contarle todo a sus papis, pero estaban de viaje y demorarían una semana.
Las clases con Crystal eran maravillosas. Las otras alumnas, eran hadas, mariposas y hasta la zarigüeya danzaba sin parar.

No hay descripción de la foto disponible.

La semana pasó, y los papás de Tamara regresarían esa tarde.
Llegaron como siempre cargados de maletas. Muchos abrazos hubo esta vez. Muchos, muchos, “te extrañaba mamá, “te extrañaba papá. También sus papás, dijeron a la pequeña
que la habían extrañado mucho.


La imagen puede contener: una o varias personas y texto

Comenzaron a abrir las maletas y a dar a la niña sus regalos. Varias cajas y bolsitas eran para Tamara. Pero una, hizo que el corazón de la niña, sintiera cosquillas. Tantas cosquillas que, cayó sentada en el sillón.
En la bolsa, había zapatillas de ballet, malla y tutú., igualito al que ella había imaginado tanto.
Abrazó con tanta fuerza a sus padres, que éstos entendieron al fin, que la pequeña no había sido jamás, desagradecida, sino que ellos nunca habían escuchado lo que su pequeña sentía y quería. Tanto, la habían extrañado en ese viaje, y tanto entendieron su poco tiempo con la pequeña, que decidieron estar más en casa, y no viajar tanto.
_ ¿Cómo supieron?, preguntó Tamara a sus papás.
_ Nos lo contó un pajarito, dijo la mamá sonriendo.
Tamara volvió a mirar de reojito, pero esta vez a su niñera, porque era la única que había en la sala.
La niñera miraba sonriendo la escena, como si de verdad no tuviera idea de lo que hablaban, pero Tamara, que tenía aquel poder de ver a sus amiguitos mágicos en el bosque, vio, que de la espalda de la niñera, brillaba una luz blanca, muy parecida, a la que emanaban las alas del hada Crystal.
La mamá tomó de la mano a la niña y la invitó a probarse el atuendo de baile, a lo que Tamara accedió súper feliz.
Subieron las escaleras y en el dormitorio, madre e hija tuvieron una hermosa charla.
Tamara pudo contarle a su mamá, cuánto soñaba ser bailarina. Y quiso mostrarle, cuánto sabía.
La mamá quedó muy sorprendida de la habilidad de su pequeña. Parecía un ave danzando en el aire. Su cuerpecito se movía con la gracia de las hojas de otoño, cuando caen de los árboles.
Tamara era feliz, muy feliz, no solo porque ahora sus papás sabían de su sueño y la acompañarían y apoyarían para que lo cumpliera, sino porque ahora, los tendría más cerca para abrazarlos y compartir mucho tiempo con ellos.
Comenzó las clases de ballet en una academia, y en las tardes, practicaba en el bosque con Crystal y sus compañeras de baile. El búho, las mariposas, la paloma y Zari, como le decía a la hermosa zarigüeya, la esperaban en el bosque para bailar y jugar.
Luego la zarigüeya, todos los días, la acompañaba hasta la casa y Tamara a cambio, le regalaba una rica fruta para su cena.




Nota para los adultos:
Tamara tuvo la suerte de tener una niñera mágica, que la ayudó a sobrellevar la falta de tiempo con sus papás, alimentó su sueño, e ideó la manera de hacerles ver a los padres lo que se estaban perdiendo. Tiempo finito”… tiempo que no vuelve jamás, tiempo perdido.
Pero, en la vida también hay monstruos, que muchas veces, viven muy cerca de nuestros pequeños. Monstruos que esperan una pequeña distracción para hacer daño, mucho daño.
ATENTOS!!! a lo que nuestros peques demuestren!!!!!!…

Autora e ilustradora:
Mónica Beneroso Salvano
Yeruti"
Rincón infantil
Derechos reservados
Uruguay

No hay comentarios:

Publicar un comentario